Un desfile de carnaval es como el vuelo de Ícaro, frágil, inquieto, imprevisible, caprichoso y efímero, como el mágico fluir de un arco iris, que dibuja un invierno de febrero que tirita dentro de mi alma y me la hiela, y cobijada en esas cuatro esquinas perdidas del mundo, en ese laberinto de asfalto, de caos, por donde vive y duele la vida, bajo la calidez de tus heridas plumas, va cayendo hermosa y bulliciosa una tarde de color de miel y canela, y con ese dulce sabor en mi boca, mastico la vida en una merienda de magia y felicidad.
Y como Ícaro, yo también pego plumas, expreso mi libertad a través del carnaval, y vuelo con mi imaginación, por eso despliego los candados de mi alma, y derrito mis cadenas, para ir detrás de mi sueños y deseos.
Hoy solo quiero compartir contigo tu mirada de anhelo cuando ves al carnaval alzar su vuelo; ven acompañame, soñaré que cobras vida, bésame, con ese sabor a mar que tienen tus besos y conviérteme en princesa, y volemos libres, como esas alas que se mecen en el mar, como ese aire que escarcha las estrellas, hoy solo quiero suspirarte embriagado de esa dulce y fría cuerva que corre por tus venas, acurrucarme bajo el rumor de tu voz de caracola, entrelazarme a tu cuerpo alado como una suave serpentina y bailar por los entresijos de tu alma, dejame pegar tus alas viajeras, para hacernos viento mar, y sol, y volar a otros mundos, a otra realidad, y allí, bajo las alas del tiempo dejame encender un eterno carnaval en tus manos.
El vuelo de Ícaro son las plumas del carnaval, ¿Volamos?