viernes, 16 de febrero de 2007

EL CABALLERO DE LA ALEGRE FIGURA

(Relato del viaje de Don Quijote al carnaval de Aguilas)

Con el permiso y el perdón, de Don Miguel de Cervantes y celebrado ya el cuarto centenario de su creación, hemos tenido el atrevimiento, de invitar al carnaval, al más valiente caballero. Este es pues, el primer viaje del ingenioso Don Quijote, y su fiel escudero Sancho Panza, a Aguilas, hermoso pueblo, con dos molinos de viento, esperando que el famoso hidalgo, no vea en ellos a fieras y a descomunales gigantes.
Llegaron al anochecer, y algo cansados, anduvieron hacia lo alto del castillo de San Juan de las Aguilas, donde tras una breve ceremonia, Don Quijote iba a ser armado como el caballero andante Don Carnal; ataviado con un rico manto escarlata y "con calzas de velludo para las fiestas". Al bajar tan alborozado al verse ya armado y con su bastón de mando en las manos, le salieron al encuentro, una multitud con "hachas encendidas que no parecían sino, a las de las máscaras que en noche de regocijo y fiesta corren"
- ¡Oh Sancho, salúdales, vienen hacia mí!
- No, vuesa merced, van detrás de la Mussona, de esa fiera vestida de esparto "que va saltando como una bestia, de risco en risco y de mata en mata, con extraña ligereza". Entonces, levantó Don Quijote la voz y con ademan arrogante les dijo:
- "Yo soy aquel, para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, y valerosos hechos", yo voy buscando las aventuras y al carnaval por esos mundos. Seguidme a mi, yo soy el rey de la juerga y la diversión, soy Don Carnal. Y así lo hicieron, y todos juntos, llegaron a la Glorieta, donde les estaban esperando "los enlutados, revueltos y envueltos en sus faldamentos", y Don Quijote gritaba:
- ¿Quién es toda esa gente, cubiertos de lutos, rezando cantidad de avemarías y credos, son como escuadrones, venidos de todas las partes del mundo? , y ¿quién ese bulto negro, ese gigante con un rosario y un misal en las manos?
- Mire que no es un gigante, desdichado loco - le dijo Sancho - es Doña Cuaresma, una vieja triste y aburrida, que odia el carnaval, a los caballeros andantes, los encantamientos y sobre todo a Don Carnal.
- O yo me engaño, dijo Don Quijote, o esta ha de ser, la más famosa aventura que se haya visto. Conmigo sois en batalla, vieja descomunal y soberbia, y arremetió con fuerza su lanza hacia Doña Cuaresma, como si fueran dos mortales enemigos. De repente, les atacaron con miles de cascarones, en la mas reñida y trabada batalla que se haya visto jamas. Y al finalizar, y no sin pasar muchas penurias, salió victorioso Don Quijote, como el caballero de la alegre figura.
Cansado, molido y quebrantado, con el rostro lleno de cicatrices y señales, le pesaba el alma por haber tomado el ejercicio de ser Don Carnal; su fiel escudero le ofreció un vaso de cuerva:
- Beba vuesa merced de este extremado licor, que con solo dos tragos quedara sano y sosegado, pues me han dicho que es, como el "bálsamo de Fierabras".
Y en verdad que le curó, pues de golpe se levantó, y en sus ojos a la Musa vio, con toda su hermosura, con sus cabellos de oro y sus ojos de soles, con el cetro en la mano y su corona en la cabeza, y se hincó de rodillas ante Dulcinea:
- "Señora de este cautivo corazón"
Y así, felices, sentados en la playa de Urci, frente al mar, terminó su primera gran aventura, en el Carnaval de Aguilas, no sin antes darle a Sancho Panza lo prometido, ser el gobernador de la Insula del Fraile. Vale.

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