lunes, 26 de febrero de 2007

LOS CASCARONES DE MI ABUELA

Todavía hoy, me gusta sentarme junto a mi abuela a rellenar cascarones. Me enseñó siendo yo muy pequeña y fue un momento mágico y divertido; yo solo quería comer huevos para poder romperlos y llenarlos de papelillos, hacer el engrudo de agua y harina y cerrarlos con papel de seda, contarlos y guardarlos en una caja de cartón. ¡Cuantos sueños y emociones se encierran en un simple cascaron! Y tras el sonido de ese monótono reloj y esa vieja radio y sentadas las dos en sillas muy bajas, hacíamos magia, y entonces yo podía ver dentro de cada cascaron mis propias fantasías y veía a esos indios que vivían detrás de las montañas, a esa nieve que caía dentro de una trozo de cristal, y a esa enorme rayuela que yo dibuje en el cielo, todo mi mundo estaba en ese momento dentro de un pequeño y frágil cascaron. Y ahora de nuevo, al sentir su suave tacto, es como si el tiempo no hubiera pasado. Yo sigo creyendo en la magia, pero ahora les quito las plumas a los indios y me las pongo en espectaculares vestidos, la nieve del cristal se ha convertido en brillante escarcha de colores y mi rayuela, es ahora el recorrido de un magnifico desfile.
Te miro y tu cuerpo blanco y reciclado en inmortal; hoy quiero tener el alma viva y la fuerza de tu ilusión, hoy quiero ser un cascaron y sentir lo que tu sientes, cuando miles de manos te cogen para romperte en nuestras locas cabezas, hoy te doy las gracias por haber rellenado parte de mi vida, por haberme hecho reír y llorar lagrimas de papelillos y por haber sabido cerrar con papel de seda las heridas de mi alma. Hoy solo quiero encerrarme y acurrucarme dentro de ti y deshacerme en una lluvia de colores y ver pasar bajo mis pies el carnaval, ese carnaval, en el cual sigo creyendo.
P.D.: Dedicado a mi abuela, que hoy, a sus 80 años, sigue haciendo los cascarones mas bonitos, mágicos y artesanos que yo haya visto jamás.

viernes, 23 de febrero de 2007

A PERRA GORDA LA DOCENA

Dicen que el carnaval se lleva nuestros sueños, que los guarda en el fondo de su alma y que sólo si crees en él los despierta y te los regala y eso precisamente me sucedió a mí, una lluviosa y melancólica tarde de otoño.
Ordenaba yo unas cosas cuando apareció mi querida caja de música. Cabe en ella toda una vida, y duermen allí desordenados con olor a tiempo mis secretos y deseos. Al azar, cogí una vieja fotografía en la que ponía "Águilas, Febrero de 1932. De repente, bailaron en blanco y negro al ritmo de una tierna y conocida melodía, todos mis recuerdos: estoy yo sentada entre cajas de cartón, en la puerta del Casino, bajo un gris y bello atardecer muy abrigada, hizo frío aquel carnaval. Hay a mi alrededor, un pierrot y un arlequín, princesas, piratas, mosqueteros, patinadoras rusas, y hasta una murga ¡Cuánta imaginación me dieron y cuántas risas les vendí! Los estoy mirando con aquellos ojos de niña, refleja en mi cara, deseo y admiración. Yo ansiaba ser como ellos, bailar en el salón de los espejos vestida con ese maravilloso traje y collares, pero...era otro mi carnaval. "¡A perra gorda la docena!", gritaba herida mi alma, ¡cómo caen sobre mí los recuerdos! Cogí otra fotografía, curiosamente del mismo año; es de un grupo de bellas mujeres, todas disfrazadas de chaleston, trajes de seda blanca y dorada cuajados de nacaradas y brillantes perlas, largos flecos y collares. Súbitamente, no puedo dar crédito a lo que ven mis ojos. Sin parpadear, entre incrédula y atónita, la vuelvo a mirar, en medio de todas ellas estoy yo, disfrazada y feliz; pero esto no es posible, yo nunca estuve allí. Y en un misterioso instante, el pasado y el presente se dan la mano y suavemente me invitan a bailar, al son de la música que suena en el baile del salón de los espejos. Es todo tan real, que noto como golpean contra mi piel las frías y blancas perlas, siento el calor de la gente, sus risas, como vibra el suelo y mi corazón, siento ese dulce olor a fruta y canela y hasta soy capaz de oír a lo lejos mi propia voz: ¡A perra chica la docena!. Y bailo feliz con ese ansiado carnaval que yo siempre había soñado. Creí en él, y al cabo de los años, me hizo el mas maravilloso regalo que yo pudiera imaginar: me dio mis sueños.
Y hoy, cuando ya cae la tarde, no me duelen los recuerdos, son mis lagrimas de felicidad. Con un fuerte suspiro lleno de esperanza, vuelvo a mirar la fotografía; sigo estando allí, la abrazo fuertemente contra mi pecho, intentando con ese gesto que no se borre jamás, y aunque así lo hiciera nunca lo haría en mi corazón. Gracias por esta tarde y por aquella de 1932.

miércoles, 21 de febrero de 2007

NO HAY NADA MAS FANTASTICO QUE LA REALIDAD

Amanece. Todavía se dibujan perfectas siluetas negras y tímidamente el cielo se maquilla de un rojo intenso. Brillaran sus ojos dorados de sol; de su boca saldrá una enorme sonrisa, prenderá de su pelo dormidas estrellas y ondeará en su vestido largos y cálidos vientos. Déjame volar contigo ésta mañana, veamos juntas la inmensidad que hoy envuelve mi pueblo; mira, hay está "La balsa de L’Aguilica", húmeda, fría, inerte, centrada y enroscada en mi desconcierto. A lo lejos diviso "El Pico de la Pava", etéreo, inmóvil, pétreo, volando hacia el mar, hacia mi; fue en aumento mi vacío, necesitaba un apoyo y una referencia normal. Volemos hacia el Este, le dije, ahí está "la Isla del Hornillo", mezcla de hierro y piedra, acariciada ahora por miles de atrapadas doradas, y allí, "el Puente del Fraile", mirándose ambos eternamente, como dos amantes despechados. Respiro, necesito aire fresco, aclarar y ordenar ideas. Subimos ahora al "Castillo del Roncaor", tu murmullo adormece mi desconcierto; bajo la mirada y allí inerte, golpeado y callado está "el Peñón de San Juan", bellos atardeceres reflejan tus piedras. Socorro, no entiendo nada. Vayamos hacia poniente; mira "la Chimenea de Sagrera", ya no respiras humo, pero al anochecer juega contigo, coqueta, una bella luna moruna; apoyo mi espalda en ti, y a lo lejos, pequeña, se dibuja "la Loma del Molino", de tus entrañas suspiran voces, voces que dulcemente me despiertan, y me dicen que ya ha llegado, ¿ya ha llegado?, me desperezo y comprendo: ¡ES CARNAVAL!. Todo cambia y todo es posible, por eso la Pava se disfraza de Aguila, el Puente en Isla, el Castillo en Peñón y la Chimenea en Molino. Así es mi pueblo cuando llega el Carnaval, bajo su cielo seremos testigos de la magia, bajaran lunas y soles verdes; en su "Chistera" jugaran al atardecer, "Mariposas" y "Margaritas", bajo un "Relámpago", "Gatos" y "Cisnes" de color "Magenta" bailaran en "Ipanema", "Enanitos" "Chachis" haciendo una "Pirueta" formaran un "Tangay"; un gran "Mogollón" de "Yayas" y "Niñeras" impondrán la "Ley Seca" y de "Imprevisto" la voz de una "Sirena" nos traerá "La Ilusión" de ver un "Quijote" "Roncaor" tocando una "Pandereta", y de una "Explosión" de "La Chaveta" vendrán "Mickey Mouse", "Pizarrón", "Cocón", "Elerín", "Artilugio"....... y todas esas peñas que de nuevo lograran el milagro de volvernos a sorprender.
Todo esto y mucho más veréis, si os dejáis acunar en un cascarón, entre plumas y telas, colores y diversión.....felices sueños y, ¡¡¡hasta el año que viene!!!

LA PAVA DE LA BALSA, TESTIGO MUDO DE LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE AGUILAS

"Las cosas que garantizan el pasado son eternas e inmutables como la muerte, pero a la vez son cálidas y creadoras de felicidad como la vida"(Anónimo)
Soy húmeda y fría, pato, pava o cisne, fui creada por D. Ginés Carvajal Díaz. Mi oscura silueta está eternamente abrazada a una fundida serpiente. Simétricamente situada, corren por mis venas ocho céntricas calles; fui republicana, viví la miseria de una guerra, la crudeza de una dictadura y ahora la libertad de una democracia. Late mi corazón por el sonido de las horas y acaricio con mis manos cuatro ficus centenarios; yo he podido ver a través de mis ojos, las imágenes más importantes de este, mi pueblo. Sentaos, que abonico y de mi mudo pico os voy a contar una historia, una hermosa realidad que nace de la fantasía, el duende y la magia que envuelve todo, cuando llega a Aguilas "su carnaval".
En una fría y placida noche mediterránea bajo una melodía de nácar, brillaron mis ojos y aletearon de emoción mis plumas, cuando a ti te conocí "Carnaval"; en ese mágico instante, el cielo besó el mar, formando un inmenso y luminoso tablero de blancas y doradas estrellas, y en ese cautivador y dinámico espacio, bañado de luz vive una vez al año la alegría y la diversión. Sucedió todo esto en el invierno de 1888; eran tiempos difíciles, la escasez de recursos lo disfrazaba todo, pero vuestro ingenio e ironía lleno de color la miseria de esa época; y cada año, fieles a vuestra cita, acudíais a la Glorieta, dando vida a mi pequeña y solitaria balsa; aún recuerdo el murmullo de vuestras voces: ¡Curu, curu, curu, que no me conoces! ; ese ir y venir del Casino al Circulo Republicano, a esa quemada Mussona, el olor a churros y peladillas y sobre todo el perfume de mi cuerpo de dulce cuerva bañado. Y pasando la vida llega la dictadura y "ella" os hace correr, os alejasteis de mí, pero os acogió con el mismo orgullo y cariño que yo "La Puerta Lorca" y El Caño de los Arcos"; eran calles por las cuales os era muy fácil escapar de ese inútil acoso al que os visteis sometidos.
Os eche mucho de menos y anhelaba vuestras risas, pero a lo lejos, el sonido de una murga, me hacia llegar como en un suave sueño, vuestros susurros, y os oía, a ti Angel Ferrer, al Cegarra, y a tantas y tantas máscaras, que consiguieron que el Carnaval de Aguilas no dejara nunca de existir. Y nace la democracia y evoluciona todo hacia una forma más civilizada, más rica, pero respetando las profundas raíces históricas y culturales, y surge el contraste, el día y la noche, la Musa y la Mussona, Don Carnal y Doña Cuaresma, lo individual y lo colectivo, la riqueza y la austeridad, y mezclándolo todo, como si de una generosa cuerva se tratara, creamos "Los Carnavales de Aguilas", una explosión de luz, color, ritmo e ilusión. Y esta es vuestra historia y sobre todo vuestro triunfo, espero que sigáis llenando de estrellas ese mágico tablero, prendedlas en las manos y cread magia, y bajo un techo tejido de lunas blancas, yo, la que nació de un cascarón, seré Doña Cuaresma y esta pegada serpiente Don Carnal; hoy, soy yo quien os invita al carnaval: Pasad y disfrutad, a mí me desgasta el tiempo y la soledad, gracias Aguilas, por grabar en mi alma ...........¡ah! se me olvidaba ¡cosas de la edad! ; solo te diré una cosa, "Carnaval", tu que alardeas de juventud y vitalidad ¡tienes más años que la pava de la balsa! Mi querido y viejo amigo, tu jamas envejecerás, pongámonos el disfraz, hoy solo quiero ser una mascara más, curu, curu, curu, ¡que no me conoces! . . . si, soy yo, "la Pava del Carnaval".
P.D.: Dedicado a todos los que se fueron y que hicieron grande este carnaval.

viernes, 16 de febrero de 2007

DOMINGO DE PIÑATA

Todavía tengo en mi memoria el dolor del tiempo, dicen que todo se borra, pero yo no puedo olvidar la sensación de aquella noche…, yo era apenas una niña cuando en las tardes de carnaval, me sentaba en la plaza de Robles Vives, y acurrucada , me tiraba las horas muertas, viendo el incesante ir y venir alegre y bullicioso de las máscaras, con sus pasos apresurados entre risas y murmullos, era todo tan inaccesible, pero en mi interior, sentía el mas profundo deseo de disfrazarme y contagiada por esa magia decidí que lo haría el próximo domingo, para asistir al baile de piñata, que se celebraría en el majestuoso Salón de los Espejos del Casino de Águilas.
Era tal mi entusiasmo, que esa noche no podía dormir, y al amanecer, me despertaría el pito de la estación, y junto a un mar casi dormido, enfilaría el Paseo de Parra para ir a trabajar, donde en un recinto cerrado y cobrando una miseria, machacaba mis ilusiones a golpes de mazos.
A falta de recursos económicos, había que agudizar el ingenio y durante días fui recogiendo las sobras los últimos suspiros de ese esparto amarillento, para hacerme un burdo traje de Mussona; amarré, trencé y anudé soga y estopa, tanta que dejaron huella en mis manos.
Y por fin, llegó el gran día. Tizné de negro mi cara, y cubrí ásperamente mi cuerpo, y con aspecto penoso, desaliñado y deforme, anduve torpemente hasta la puerta del casino. Con extrema crueldad e indiferencia, no me dejaron pasar, no era mi atuendo el adecuado. Yo era apenas una niña, pero sentí que me arrancaban el corazón como una atocha.
Salí de allí atropelladamente, humillada, avergonzada y llena de rencor. Era mi dolor áspero y hosco como el llanto de una Mussona y el esparto, látigos que golpeaban y herían mi alma.
Como pude, me encaramé a una de las ventanas del casino, mirando asombrada a través del cristal. Quede fascinada al ver el magnifico salón, engalanado con flores, plantas, tapices, guirnaldas y luces de innumerables destellos, y en medio de todo, suspendida en el aire, la piñata; pendía de ella, cintas de colores, como tentáculos de una inmensa medusa, que se abriría a las doce de la noche y saldría de su interior, blancas palomas, que volarían extraviadas y huidizas sobre sus cabezas, lanzando bajo una gran ovación, multitud de regalos y sorpresas; eso era lo más bonito, que había visto yo en mi vida, y me prometí, que alguna vez, estaría yo allí, como una cenicienta, en ese maravilloso baile de cristal.
Hecha añicos me baje y lancé con resentimiento una piedra hacia el ventanal, rompiendo con ese gesto, el último carnaval de mi niñez.
Regresé a casa, y dulcemente cansada, me despertó al amanecer, una piñata hecha del color del alba.

EL CABALLERO DE LA ALEGRE FIGURA

(Relato del viaje de Don Quijote al carnaval de Aguilas)

Con el permiso y el perdón, de Don Miguel de Cervantes y celebrado ya el cuarto centenario de su creación, hemos tenido el atrevimiento, de invitar al carnaval, al más valiente caballero. Este es pues, el primer viaje del ingenioso Don Quijote, y su fiel escudero Sancho Panza, a Aguilas, hermoso pueblo, con dos molinos de viento, esperando que el famoso hidalgo, no vea en ellos a fieras y a descomunales gigantes.
Llegaron al anochecer, y algo cansados, anduvieron hacia lo alto del castillo de San Juan de las Aguilas, donde tras una breve ceremonia, Don Quijote iba a ser armado como el caballero andante Don Carnal; ataviado con un rico manto escarlata y "con calzas de velludo para las fiestas". Al bajar tan alborozado al verse ya armado y con su bastón de mando en las manos, le salieron al encuentro, una multitud con "hachas encendidas que no parecían sino, a las de las máscaras que en noche de regocijo y fiesta corren"
- ¡Oh Sancho, salúdales, vienen hacia mí!
- No, vuesa merced, van detrás de la Mussona, de esa fiera vestida de esparto "que va saltando como una bestia, de risco en risco y de mata en mata, con extraña ligereza". Entonces, levantó Don Quijote la voz y con ademan arrogante les dijo:
- "Yo soy aquel, para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, y valerosos hechos", yo voy buscando las aventuras y al carnaval por esos mundos. Seguidme a mi, yo soy el rey de la juerga y la diversión, soy Don Carnal. Y así lo hicieron, y todos juntos, llegaron a la Glorieta, donde les estaban esperando "los enlutados, revueltos y envueltos en sus faldamentos", y Don Quijote gritaba:
- ¿Quién es toda esa gente, cubiertos de lutos, rezando cantidad de avemarías y credos, son como escuadrones, venidos de todas las partes del mundo? , y ¿quién ese bulto negro, ese gigante con un rosario y un misal en las manos?
- Mire que no es un gigante, desdichado loco - le dijo Sancho - es Doña Cuaresma, una vieja triste y aburrida, que odia el carnaval, a los caballeros andantes, los encantamientos y sobre todo a Don Carnal.
- O yo me engaño, dijo Don Quijote, o esta ha de ser, la más famosa aventura que se haya visto. Conmigo sois en batalla, vieja descomunal y soberbia, y arremetió con fuerza su lanza hacia Doña Cuaresma, como si fueran dos mortales enemigos. De repente, les atacaron con miles de cascarones, en la mas reñida y trabada batalla que se haya visto jamas. Y al finalizar, y no sin pasar muchas penurias, salió victorioso Don Quijote, como el caballero de la alegre figura.
Cansado, molido y quebrantado, con el rostro lleno de cicatrices y señales, le pesaba el alma por haber tomado el ejercicio de ser Don Carnal; su fiel escudero le ofreció un vaso de cuerva:
- Beba vuesa merced de este extremado licor, que con solo dos tragos quedara sano y sosegado, pues me han dicho que es, como el "bálsamo de Fierabras".
Y en verdad que le curó, pues de golpe se levantó, y en sus ojos a la Musa vio, con toda su hermosura, con sus cabellos de oro y sus ojos de soles, con el cetro en la mano y su corona en la cabeza, y se hincó de rodillas ante Dulcinea:
- "Señora de este cautivo corazón"
Y así, felices, sentados en la playa de Urci, frente al mar, terminó su primera gran aventura, en el Carnaval de Aguilas, no sin antes darle a Sancho Panza lo prometido, ser el gobernador de la Insula del Fraile. Vale.